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Procesos ejemplares

CAFÉ MUJER   

“lleva en su almendra la dulzura, la  fortaleza y  la sencillez de la mujer campesina” (Asociación de Mujeres Cafeteras de Cordoba)

Foto Grupal en la Finca el Oasis Vereda Río Verde Alto. Foto: José Morales Tique.
Un ejemplo de asociatividad  que regresa al cultivo tradicional del café para cumplir sueños  y  producir un café con sello femenino y alta calidad.

Por: Martha Lucía Marín 
La caficultura en Colombia siempre ha estado representada bajo la figura masculina, quizás porque los hombres han estado más visibles en las distintas actividades relacionadas con este oficio, como las  extensas  jornadas y  las múltiples tareas que se realizan en el cafetal ,  pero pocas veces uno se detiene a mirar con lupa  el papel de la mujer, olvidando que de la mano de estos hombres trabajadores  siempre ha estado; una madre, una hermana,  una esposa , una hija, y como lo dice Dignori Soto “hemos estado muy a la sombra, muy cámara escondida” . Sin embargo la mujer  con ese trabajo poco reconocido continúa de la mano y en compañía de estos hombres del campo que producen y luchan por sacar adelante un sector de la economía que tuvo una época de cosechas abundantes y prosperas fincas cafeteras, ellas han estado siempre,  en la abundancia y en la escasez trabajando muy duro ya sea desde el hogar o incluso en el mismo cafetal.

Alba Lucero Suarez y María Ofir Carrillo. Foto: José Morales Tique.


En el departamento del Quindío las  mujeres campesinas han querido que la mano femenina en la caficultura sea visibilizada y es así como un grupo de mujeres del campo unidas forman: la Asociación de Mujeres Cafeteras de Córdoba, en esa búsqueda de  mejorar sus condiciones de vida y también para darle un valor agregado al café que golpeado por la crisis durante la década de los 90´s  dejó de ser rentable. Es así como en  el año 2012,  nace un sueño, nace CAFÉ MUJER, “en el marco de los 100 años del municipio en el mes de noviembre,  le regalamos Café Mujer, aunque ya veníamos trabajando  en el cultivo y producción de cafés especiales en otras marcas, nos unimos y ahora somos 13 mujeres campesinas de diferentes fincas  del municipio de Córdoba que cultivamos café, lo procesamos de manera tradicional, con árboles de sombrío, respetando la naturaleza y el agua, y  le ponemos nuestro corazón y el  toque femenino a este producto”, asevera  Dignori Soto. 

Quienes son estas mujeres que integran la asociación

Tal como rezan sus postulados, Café Mujer “es una organización que nace  como respuesta a la necesidad de realizar sueños, trabajando juntas para conseguir  identidad,  dignidad y autonomía. Café  Mujer crece en fincas de tradición cafetera centenaria, asociado a especies vegetales que protegen y conservan el agua y la vida silvestre”.

A la izquierda Jhoana Andrea Olarte a la derecha Paula Andrea Zapata. Foto: José Morales Tique.

Son mujeres campesinas que le ponen el alma a su trabajo y que  encontraron en la asociatividad el mejor camino,  para aumentar la rentabilidad en la venta del café, para favorecer la  permanecia digna y con calidad de vida en las fincas cafeteras,  también para buscar ser felices.  Así lo  cuenta Patricia Salazar “Somos 13 asociadas, cada una tiene su finca, tenemos una sola marca:  Café Mujer, pero detrás del empaque  hay  una etiqueta que diferencia a la productora,  dice  de qué mujer es , de dónde proviene, y cada finca tiene un perfil de taza, hay cafés  que son residuales achocolatados, con notas de caramelo, con notas de vino tinto, otros con notas de cítricos, de nuez, esto lo hace tan distinto y espectacular como las  mujeres, volvemos a lo tradicional a ese café que se cultivaba antes”.
Creen firmemente en que hombres y mujeres se complementan y que el mejor espacio para el éxito es fortalecer el espacio familiar.

 “Estamos es tratando de fortalecer el núcleo familiar, para nada dividir hombres y mujeres porque al fin y al cabo esos hijuemadres son muy divinos,  no somos capaces de vivir sin  ellos y ellos sin nosotras menos, se tiene que hacer el trabajo desde la familia, para nada queremos decir que las mujeres trabajan más, o que ellos trabajan más, entre los  dos se levanta una familia, entre los dos se levanta una empresa y entre los dos se levanta un país. Así ha sido y tiene que continuar siendo nuestra filosofía, porque de  la forma que pensamos que se recupera la sociedad es recuperando el hogar”, asevera Dignori Soto.
Cabe aclarar que cuando se trata de empresa sostienen que entre ellas se la llevan mucho mejor y que a veces muestran más verraquera “nos ponemos más fácil de acuerdo las mujeres, nosotras le ponemos la mano al detallito, así si toca meter el hombro lo hacemos, si toca poner entre todas estamos dispuestas , si toca adornar, si toca hacer empanadas lo que haya que hacer lo hacemos, no tenemos inconveniente, los señores son más complicados, sino hay plata no le camino, en cambio sino hay plata pues la conseguimos, somos más osadas, tocamos más  puertas y si nos las cierran, volvemos y las tocamos, somos un poquito más intensas y si no fuera por la intensidad de las mujeres muchas cosas no se habrían conseguido en el mundo” advierte Dignori Soto.
Es por eso que se han ido fortaleciendo en este camino y hoy muy orgullosas se reúnen cada mes, para hablar no solamente de negocios, sino para compartir, para  hablar de sus sueños, de sus problemas, de sus vidas. Sueños como el de que  Café Mujer debe trascender, no quedarse en Córdoba, traspasar fronteras, “Juan Valdés se nos va a quedar chiquito”, agrega Patricia Salazar. Y en el aeropuerto y en distintos puntos de Armenia usted puede adquirir este producto o llegar a Córdoba y justo en el marco de la plaza encontrará un lugar donde tomar un café recién hecho, un café con aroma de mujer.
 La experiencia,  grandes cosas y aprendizajes les  ha dejado el trabajo asociativo, reconocer el valor de cada una, encontrar que pueden ir más allá y sobretodo que unidas lograrán sus metas.
Lucella Cardona, finca el Ventanal, Vereda Jardín Bajo; “estar en la asociación me ha permitido conocer más gente, trabajar en grupo”. “Reconocer que es una mujer verraca, ella es la que  nos apoya con todo el trabajo, le hace a lo que necesitamos”, agrega Dignori Soto. “Todas reconocemos el valor de cada una”.
Luz Fanny Olarte, La Esmeralda-Vereda la Concha, “nos ha enseñado a estar unidas por una misma causa, encontrar  reconocimiento por Café Mujer, una nota dulce para los paladares exquisitos”.
Foto Grupal en la Finca el Oasis Vereda Río Verde Alto. Foto: José Morales Tique.
María Ofir Carrillo, finca el Bosquesito: “nos hemos empeñado en darle un valor agregado a nuestro  café, un mayor incentivo a la familia, también hemos aprendido  tanto a recogerlo como a beneficiarlo porque a veces el café pierde su calidad y aroma en el proceso,  además  nos permite compartir, la vida, los chistes, los sueños”.
Teresa Narváez, Vereda la Española, Finca la Secreta: “esta experiencia me permite entender  que asociadas hacemos  una cadena fuerte, unidas podemos trabajar y enfrentarnos a los retos del mercado. El café ha transformado nuestras vidas, las mujeres que antes éramos  amas de casa ahora somos empresarias, y nos hace pensar  que podemos dejar huella. Damos  ejemplo de lo que podemos lograr unidas,   crecer y avanzar en la economía. La fortaleza de las mujeres unidas nos permite  pensar en grande, traspasar fronteras”.
Dignori Soto, finca  El Oasis, Río Verde Alto, “nací en una familia de 12 hijos y siempre he estado rodeada de gente. Café Mujer me enseña que somos más capaces de decir las cosas entre nosotras. Ha servido para descubrir el valor, la capacidad, la actitud y la aptitud, nos reunimos por cualquier motivo, casi que con una mirada sabemos que queremos, nos comprometemos”.
En el cafetal la experiencia  de la recolección también describe como la mano femenina tiene un sello especial: “esa experiencia ha sido muy bonita porque A mí me toca madrugar a hacer el desayuno y el almuerzo e irme a ayudar y volver a repartir y volver a salir, en cambio el hombre se levanta y sale”. María Ofir Carillo.
“El café queda mejor recolectado por la mujer, somos más quisquillosas, intensas y revisamos que el café sea  muy maduro, así como en el jardín no recogemos las marchitas recogemos las mejores flores, igual con las naranjas,  aquí hay unos ejemplos de unas excelentes recolectoras, en el coco de la mujer no hay basura, la diferencia es grande, nosotros somos de detalles, de sensibilidad, el hijo de una señora no se va mal arreglado para el colegio. Significa que somos diferentes y en esa diferencia está la emoción” Agrega Dignori Soto.

La despedida, un mensaje que nos recuerda la importancia del campo y el valor de sus habitantes:

“Invitamos a todas las mujeres del país, a  todas las mujeres de Colombia, de todos los rinconcitos, a que  no desistan, también a  las mujeres  que están en  campo  a que permanezcan con sus familias, a que volvamos a tener esas fincas productivas, bonitas,  llenas de diversidad, que conserven las aguas, que conserven  los bosques,  que generen el alimento para las casas, este año es el año internacional de la agricultura familiar y los pequeños productores  estamos produciendo el 70%  de la comida del país y del mundo, es un llamado a vivir en el campo, en el campo se vive muy bien.”


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